domingo, 7 de abril de 2013

De una isla hundida a una ciudad francesa. Una tarde guapa

Ayer me lo pasé teta, como se suele decir. Una intensa tarde en donde convivimos en un ambiente universitario para dar rienda suelta a las emociones y disfrutar de un par de buenos y sanos juegos de mesa.

La tarde se presentaba interesante, pero mucho más que eso, resultó perfecta. Tíos, creedme, aquello era el paraíso, la universidad, mmmmm... ese olor otra vez, hormonas salidorras, granos a punto de reventar, una bolsa de chasquis a medio terminar, un browny que se estaba haciendo un joven poeta detrás de un rincón. Oh sí, gente despreocupada, ociosa, con ganas de vivir. Planes de salidas nocturnas, botellón? venga... ¿porqué no? Ah sí, los años en que vivimos intesamente se me venían a la memoria.

Fué, no se como explicaros, algo así como un chute de vida. Yo llegaba allí con mi traje y corbata y cuando me quise dar cuenta estaba en medio de una orgía con todas aquellas diosas susurrándome al oído. Rock n'Roll! chavales!

El tema es que encontramos una mesita bastante guapa, ideal, cuadrada, mesas cómodas; estaba al lado del futbolín y un poco antes que el billar. En una sala contigua echaban al Madrid en Canal + Liga, y al otro lado de la puerta un gimnasio, quizás con jovenzuelas sudando la gota gorda. Un buen ambiente, sin duda, parecía una jamsession a la vieja usanza.

Caja "de galletas" del juego La Isla Prohibida
Pero nosotros al lío. Empezamos la tarde con un par de partidas a La Isla Prohibida. Sí, ese juego donde te conviertes en un aventurero que acude en grupo a una misteriosa isla que poco a poco se va hundiendo (mis compañeros de partida estaban flipando mientras les contaba esto), tu objetivo es comunicarte con tus compañeros de viaje para, entre todos, conseguir rescatar los cuatro tesoros de la isla maldita y justo a tiempo para escapar por patas y desde un helipuerto. Mis contertulios terminaron de convencerse: "Esto puede estar muy bien".

La versión editada en Alemania presenta estas figuras de los aventureros.
Se trata de un juego cooperativo que recibió el premio de juego del año en España en el 2011. Es decir, no jugamos unos contra otros, sino que competimos de la mano contra el motor del juego, contra la inteligencia de las reglas, y claro está, el azar.

Los cuatro tesoros que habrá que rescatar de la maldita isla. Moooolan.

La mecánica es sencilla. La isla está formada por losetas de cartón y con la salida de cartas (en cada turno levantas un número de cartas) las losetas que con estas cartas coinciden se inundan (dan la vuelta) e incluso si ya están inundadas, se hunden, con lo que la loseta y esa parte de la isla se pierde por completo. El rollo está en poder recoger todos los tesoros, cada uno de los cuatro en una loseta específica y escapar de la isla (a través de la loseta del helipuerto) antes de que se hunda definitivamente.

Distintas variantes a la disposición inicial de las losetas que conforman la isla.

Aquí os dejo unos videos del Vengador Tóxico, la mar de interesantes. En ellos encontrareis todas las claves de este fantástico juego.





La edición es de lujísimo. Se trata de una caja de lata, tipo de las que existen para las galletas donde nos encontramos el juego, con espacio suficiente para ordenar todo. Losetas de cartón duro, cartas de un grosor considerable y de calidad y unos tesoros que son una preciosidad. Nos dejó una grata impresión a todos los participantes y pasamos un rato bien divertido. Si bien hay que destacar que al ser un cooperativo no se libra del efecto lider, esto es, un jugador que sepa jugar mejor que los demás o intente llevar al grupo a su redil, con lo que la diversión de los demás jugadores se verá interrumpida. De hecho uno de los que jugábamos, al darse cuenta de esto, propuso que para las siguientes partidas, le tocara cada vez a uno llevar el peso de las decisiones.

Jugamos dos partidas en nivel "normal" (existe hasta legendario) y en una perdimos antes de rescatar todos los tesoros por hundírsenos la última loseta que guardaba el último de estos que nos quedaba conseguir. La segunda partida, más duchos en el tema, conseguimos despegar de la isla con todo el paquete encima.

Vaya frikis! dirían los mozuelos que por allí pasaban, pues hay que destacar que este juego tiene ciertos nombres de losetas que beben (para mi gusto, demasiado) de la más pura fantasía, y claro al decir en alto nombres como: La puerta de oro, La laguna de los sueños, el desierto de los susurros,... El personal no familiarizado se podía asustar y con razón.

La ciudad francesa de Carcassone, homónima de su juego de mesa.

El segundo juego que catamos, ya hacia el final de la tarde, fue Carcassone. El juego homónimo de la ciudad francesa, característica por sus murallas mediavales. Un juego muy muy vistoso y que es muy sencillo de jugar. Además es bonito de ir jugando porque, a la mecánica de pensar en los puntos que tienes que ir haciendo, se une lo divertido que es hacer un puzle entre todos. Porque en Carcassone tienes que ir haciendo poco a poco el tablero donde vas a jugar y poniendo unos mecos encima que son los que te rentuarán puntos para ganar la partida. Muy muy entretenido.

Vista real del juego. Losetas y mecos.
Quizás la próxima vez, le añadamos alguna expansión (traen reglas adicionales y alguna loseta especial) para darle más chicha al asunto, ahora que ya somos unos peazo jugones.



Terminamos la tarde con una partidocha de futbolín, el invento de Alexandre de Fisterra. Se nos unió el poeta del browny.


Mientras nos íbamos para casa, comentando las jugadas, hablando de esto y de lo otro, íbamos pensando: Como moló esta tarde!

Y es que en estos tiempos que corren, a veces, hay que desmelenarse, dejarse llevar por el sino de las constelaciones, abandonarse al amor y a la poesía, vivir... vivir al fin y al cabo, disfrutar de los pequeños respiros que nos da esta carrera continua hacia no se sabe muy bien donde, ni con que propósito. Fumar el opio del destino y dejarse llevar.... Caían finas gotas de lluvia de Abril y por la radio sonaba Marvin Gaye...





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